Aquel infierno llamado mili

La verdad es que este país no ha vuelto a ser el mismo desde que Aznar hiciera desaparecer, en los albores del nuevo siglo, el servicio militar que tanto nos jodía la vida a muchos jóvenes de entonces. En aquella época, uno intentaba escaquearse solicitando sucesivas prórrogas, si era estudiante, o simplemente, cuando la hubo, se acogía a la prestación social sustitutoria que a fin de cuentas era la misma tomadura de pelo (trabajar gratis para el Estado) solo que sin la incomodidad de encontrarse encerrado en un cuartel.

                       

No le vendría mal la disciplina que trataban de embutirnos los suboficiales a más de un chaval de los de ahora, aunque confieso que ya en mis años mozos era complicado reconducir a los gamberros, ni siquiera a golpe de puño, castigos y arrestos varios.

 

No hay duda de que aquellos incautos que no tuvimos más remedio que vestirnos de verde durante 9 meses, recordamos no sin nostalgia las múltiples anécdotas, muchas divertidas y unas cuantas desagradables, vividas durante el servicio. De ahí que se haya parodiado en televisión la famosa coletilla “dices tú de mili” que muchos cantamañanas de edad avanzada empleaban para obligarte a escuchar sus batallitas. Porque no existe mayor satisfacción que contarle la mili a un profano en la materia, por mucho que nos tocara las pelotas el sargento de turno. Es una vanidad un poco ridícula, pero hay que reconocer que el acontecimiento, para muchos crucial, lo merece.

 

En esta sección no trato de aburrir a nadie contándole “mi mili”. Mi intención es precisamente divertir a la gente que no la hizo, bien porque no quiso o porque Jose Mari le privó de la oportunidad, y hacer sonreir también a los que la soportaron, con mejor o peor fortuna. Yo confieso que en pocos momentos de mi vida he disfrutado de situaciones tan rocambolescas, surrealistas y absurdas.

 

Que ningún profesional del ejército se mosquee. Lejos de mis propósitos está el pretender parodiar a tan noble institución. Creo que introduciendo un poco de humor en el tan frecuentemente aburrido, planificado y rutinario dia a dia del militar no hago mal a nadie.

 

Hace ya más de una década que recibí mi licencia y puedo juzgar estas anécdotas con la imparcialidad que me confiere el distanciamiento. Ya os digo que en su momento, no siempre me hicieron gracia.

 

A su vez, os invitamos a que narréis vuestras peripecias militares, si pueden hacer reir, a través del espacio que os dedicamos en esta sección. Sois bienvenidos como colaboradores.

 

Y sin más preámbulos…

 

 

 

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